dick2El rumor se ha convertido en realidad: reabre el Bogui. Nunca se fue del todo la fuerza y el vigor de su Alma Mater y propietario, Dick Angstadt, programando en otros lugares pero ahora vuelve con la intención de quedarse por mucho tiempo perfumando de jazz las noches del madrileño barrio de Chueca en la Calle del Barquillo, número 29. Todo un templo en este estilo musical importante para complementar la oferta cultural en de otros espacios, también míticos, en la capital del Estado español. Ha sido una lucha ardua, intensa, hercúlea, que hoy, día de publicación de la entrevista, cumple 27 meses de duración.

Ésta ha sido una historia de presión entre vecinos con notable poder y luchadores en pos de la cultura. Cumpliendo hasta el más mínimo requisito, enmarañado en una jungla legal jurídico administrativa, ya es una realidad: vuelve el contrajo, la batería, el piano y el saxo a sonar. Ya no hay que esperar mucho más, quizá solo a la primera semana de febrero para que la banda del prestigioso viento, Jorge Pardo, abra otra vez a la noche los ritmos siempre atractivos para el amante del buen jazz. Obviamente, Angstadt se encontraba especialmente feliz a la hora de darnos, como primer medio en exclusiva, la buena nueva.

– ¿Cómo llegó al jazz?

– Dick Angstadt: Yo creo que más que llegar al jazz, el jazz nos llega a nosotros. De una manera importante apareció en una etapa otoñal en mi vida. Pasó de ser un estilo preferido a una actividad profesional. Como empresario, programando música. Y con un alto contenido en el jazz.

– Para situar al lector ¿Cuál es la historia del Bogui como local señero cuando ha estado activo en las noches madrileñas?

-D.A.: Llegué a España hace 43 años. Estamos hablando del año 1967 y me instalé de forma definitiva en este país en el año 71. Trabajaba en el mundo de las multinacionales pero muy pronto decidí quedarme aquí y que mis hijos y mi familia tuvieran la posibilidad de desarrollarse en España. La vida del trabajo en una multinacional,  hoy aquí; mañana en Río, se da bruces con esa idea y surgió la necesidad de tener un trabajo propio dentro de la iniciativa privada.

– ¿Cuáles son sus gustos musicales fundamentales? ¿Qué le apetece?

-D.A.: Antes de venir a esta entrevista estaba escuchando ‘Kind of blue’ de Miles Davis (1959 Columbia Records) ya que estaba haciendo un trabajo de facturas, de números y me parecía ideal para esa labor. Es muy relajante y tranquilo. Cuando quiero para otras cosas más tranquilas puedo seleccionar un disco de Tete Monteliu, Bill Evans o Abe Rábade, piano solo o en trío. Yo diría que no me encasillo en una onda muy específica. En un momento me puede apetecer algo Hard bop o Be bop y después, seguidamente, algo vanguardista, algo como el Free Jazz o el Jazz más contemporáneo. Me encanta el jazz contemporáneo no aquellos que hacen ‘el todo vale’  sino los que hacen cosas importantes. Por ejemplo me gusta lo que hacen personas del calado de Antonio Bravo, Valdo Martínez, Chef Alonso. Tienen algo importante que decir en ese campo. Sigo respetando y disfrutando de Lester Young, Ellington y de las grandes divas como Carmen McRae, Shirley Horn. Mis gustos son amplios en el jazz. Un músico me dijo hace poco que después de viajar tanto he llegado a la conclusión de que no hay música mala sino que lo importante es quien la toca. Lo suscribo bastante.

– ¿Cómo fue la lucha para poder reabrir el Bogui? ¿Cómo fue su primera reacción y cómo han transcurrido estos veintisiete largos meses?

-D.A.: Mi primera reacción fue muy visceral de estupor. De rabia, de impotencia. Esa situación no duró mucho tiempo ya que todos tenemos una reserva que nos ayuda a sobreponernos. En mi caso, yo no me vine abajo en seguida ya que pensé que iba a durar muy poquito al tratarse de una cuestión técnica, administrativa. Huelga decir que me equivoqué con mi vaticinio ha durado 27 largos y duros meses. Últimamente hago un símil que me parece muy acertado para la situación y es que he estado en un campo de minas y me he encontrado como un artificiero desactivándolas.

– ¿Hay que tener mucho tesón para sobrevivir durante 27 meses? ¿Cualquier otro hubiera desistido?

– D.A.: Mis amigos me han acusado de ser un ejemplo de tenacidad y de mantener el equilibrio en cada momento. Yo rechazo de pleno esa acusación yo he sido negativo a ratos he tenido mis momentos, no diría de depresión pero si de incertidumbre y de querer que la cosa saliera más rápida. Me han traicionado algunos colegas porque me han demostrado cariño, amistad, y ahora no puedo decepcionarlos. He devuelto la acusación, les digo; ahora no puedo dejar la lucha. Hay reveses y situaciones complicadas pero me han dejado, entre otras cosas, disfrutar del jazz en sus locales algo que no podía realizar en el mío. Eso es impagable, claro.  Ha sido un alimento necesario para mi estado mental. Este parón me ha servido para tomar la temperatura del jazz actualmente. Vislumbro y siento que hay una muy buena cantera en la actualidad no solo en Madrid y va más allá ya que me relaciono con músicos de Valencia, Barcelona, País Vasco, Canarias y he programado unos 30 conciertos con músicos fuera del Bogui. Nadie ha matado al jazz, afortunadamente, el jazz sigue vivo y sigue apuntando hacia delante, quizá de otra manera. No considero que mi aguante haya sido nada excepcional. Cualquiera que se hubiera visto apoyado de la manera en que me ha pasado a mí se hubiera sostenido igual. Lo importante ahora es preguntarse qué pasa ahora  y tirar hacia delante.

– ¿Es un empresario que delega o su amor al jazz le hace estar al pie del cañón?

– D.A.: Este es mi tercer proyecto. Es mi primera experiencia programando música en vivo. Llevo los últimos 6 años. Algún colega me dijo ‘tío en poco tiempo eres el faro del jazz en Madrid’. Yo a eso contesté, ‘A ti se te han olvidado cosas del jazz que yo aún tengo que aprender’.  Me siento como iniciándome en el camino del jazz y no pretendo nada importante sino hacer todo lo que pueda para disfrutar con el. Es muy divertido para los músicos, que interpretan su arte, para los fans que vienen a escuchar buen jazz y como empresario me da una satisfacción especial saber que estoy logrando juntar artistas con aficionados e intentando que sea negocio; no gran negocio ya que este punto requiere chaladura e imaginación pero se puede conseguir.

– ¿Cuál es su relación con la música jazz en Canarias?

-D.A.: No tengo una relación especial en Canarias aunque pueda dar esa visión. Tengo una relación especial con gente como Kike Perdomo, no quiero dejar nadie de lado, me parece un músico muy explorador, muy inquieto desde el talento. Es un gran improvisador tanto como líder como sideman. Hay una ornada más joven como puede ser por ejemplo Yul Ballesteros que también es muy inquieto y viene de la factoría Berklee, es un referente relativo, ha tocado con Dave Santoro y Joe Magnarelli. También tiene que ver en ese sentido. El batería Ramón Díaz también es descatable, es un puntal puntero. Canarias, como otras regiones como Valencia y Barcelona, hay que estar con el oído puesto a ver qué más sale de ahí.

– Es muy difícil seleccionar un momento de la actividad del Bogui ¿Por qué no nos recuerda una noche en concreto?

-D.A.: Ya lo creo que es dificilísimo. Ha habido tantas noches memorables que no se puede dejar en una. No ha habido actuaciones que nos hayan cambiado la vida pero si algunas en las que te da la sensación de que te ha cambiado la vida. Por ejemplo las actuaciones de Barry Harris que es una leyenda vida del jazz, fue inolvidable e inenarrable. George Garzone y The Frinch, trío de Boston que son tres números unos juntos con treinta años en sus espaldas. Es jazz fresco, de ahora pero lleva labrándose 40 años, eso fue un lujo.  También fue importante algún descubrimiento como Nicole Henry, una cantante afroamericana afincada en Miami pero que nació en Filadelphia. La hemos traído y tiene todas las papeletas para convertirse en una diva del jazz, como Horn, Holliday, McRae. Tocó con la banda de Bob Sands. Juan Claudio Cifuentes, nuestro querido Cifu, dijo de ella que había sido el ‘no va más en Madrid, que nunca se había visto algo así.  Quizá fue especial pero ha habido noches de Frederick Cole o de Javier Colina, Serrano, Lechner, Albert Bover, Dick Oatts, Bruce Barth… me voy a dejar a gente en el tintero aunque sea por la memoria. Algunas de esas noches en familia, 8 o 10 personas en la sala para ver a Pablo Martín Caminero y a Toño Miguel. Polo Ortí, Borja Barrueta, Víctor Merlo y Jorge Pardo, cuarteto que improvisamos también es destacable.

-Es una enciclopedia musical, mande si le parece bien un saludo  a los lectores de nuestro medio, Creativa Canaria.

D.A.: Ha sido un placer. Saludo a todos los oyentes de Creativa Canaria, casualmente, por carambola de la vida ha sido el primer medio que le concedemos una entrevista previo a la apertura del Bogui lo hacemos con mucho placer y para nosotros es un orgullo y un honor. Sigamos disfrutando con el jazz, el jazz es una cosa demasiada seria como para tomarla tan en serio. Hay que disfrutarlo, sobretodo.