'The very last northern white rhino' Gaston Core (c) Alice Brazzit

El Teatro Guiniguada acoge este sábado, 1 de octubre, a las 20:00 horas, el solo de danza The very last northern white rhino, del coreógrafo argentino Gaston Core, interpretada por el bailarín costamarfileño Oulouy. La pieza invita a reflexionar sobre la extinción y su puesta en escena parte de una investigación formal sobre distintos estilos de danza urbana. Así, Core ofrece en este trabajo la imagen del hombre que baila hasta el agotamiento porque tal vez ya no haya nada más que se pueda hacer. Es decir, presenta “la danza como exceso, como celebración derivada de la vida”.

Las entradas están disponibles en la web y en la taquilla del teatro que gestiona el Gobierno Autónomo en la capital grancanaria, al precio de 8 euros. El espectáculo se enmarca en la línea ‘Guiniguada en Danza’ y llega a la isla tras representarse en el tinerfeño Espacio La Granja, en el marco del festival FAM Otoño, y en Fuerteventura, como parte de la programación ofrecida por la Casa de los Coroneles.

La coreografía surge a partir de la noticia de la muerte del último rinoceronte blanco del norte, quedando como últimas de su especie a una madre y su hija, sin solución de continuidad. Sam Anderson, periodista del New York Times, tuvo conocimiento de este acontecimiento y viajó a Kenia para pasar una semana con las únicas sobrevivientes de la especie. Su emotivo relato, inspira esta pieza de danza.

“Dos hembras, madre e hija, entraban en lo que conocemos como extinción funcional: cuando ellas mueran se habrá acabado la estirpe”. Anderson describe la vida cotidiana de Fatu y Najin que, indiferentes a su destino, pastan bajo el sol de la reserva donde serán custodiadas de los cazadores furtivos hasta su muerte.

Esta imagen pone de manifiesto la vida por la vida misma, ya que la única función de estos individuos es vivir y dar cuenta de una especie que ya forma parte del pasado. Gaston Core imagina a esos mamíferos descomunales como algo terriblemente frágil: sus cuerpos son irremplazables como piezas de un museo viviente.

Al saber que con ellas el rinoceronte blanco del norte desaparecerá, ya no se ve a un animal de safari, sino una criatura terriblemente humana que nos confronta con nosotros mismos. Para Core, “el hecho de que sean y ocupen un espacio es un testimonio que hace del individuo un símbolo de su especie, al hombre un símbolo del hombre”.

“Esta imagen de las dos últimas rinocerontes blanco del norte me trajo mucha paz en un momento de gran incertidumbre para el mundo, como cuando en el final de Melancholia de Lars Von Trier, el personaje de Kirsten Dunst construye la estructura de un tipi sin paredes para refugiarse dentro con su sobrino y su hermana a esperar que el meteorito colisione con la Tierra”, explica el coreógrafo.

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