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La Fundación Cristino de Vera-Espacio Cultural CajaCanarias ha presentado en la sede de la entidad lagunera, calle san Agustín, 18, la exposición titulada “Xavier Valls. Pintura en calma”, una muestra integrada por veinticinco obras -pinturas y dibujos-, realizadas por el artista catalán en el periodo comprendido entre 1947 y 2006. La muestra podrá visitarse hasta el próximo 24 de febrero de 2024, en horario de martes a viernes, de 10 a 14 h y de 17 a 20 h, y sábados de 10 a 14 h, con entrada libre.

El acto de inauguración contó con la presencia de Margarita Ramos, presidenta de la Fundación Cristino de Vera-Espacio Cultural CajaCanarias, Juan Manuel Bonet, comisario de la exposición, Luisa Valls, viuda del artista, Giovanna Valls, hija del pintor, y Miguel Fernández-Braso, fundador de la Galería de Arte Fernández-Braso de Madrid.

Margarita Ramos comenzó la presentación señalando que “desde hace algunos años, la Fundación Cristino de Vera-Espacio Cultural CajaCanarias, alentada por el poeta y crítico de arte Juan Manuel Bonet, acariciaba la idea de poder exhibir la obra de Xavier Valls en la lagunera casa de Cristino de Vera, con el propósito de hacer convivir la obra de dos grandes pintores españoles, “pintores de oficio”, que comparten no solo similares referencias estéticas, sino, además, muchos admiradores”. Posteriormente, señaló que “aquello que en principio era un deseo se convierte hoy en realidad, y lo hace en un momento muy especial, a modo de clausura de las actividades que durante este año han recordado, en Madrid, Barcelona y París, al creador catalán en el centenario de su nacimiento. De este modo, la entidad se suma a la celebración de esta simbólica fecha con la exposición “Xavier Valls. Pintura en calma”, con la que se pretende acercar, por primera vez, al público insular el trabajo de este singular artista que ocupa un lugar destacado de la historia del arte contemporáneo en España”.

Igualmente, Margarita Ramos manifestó que “Xavier Valls (Barcelona, 1923 – 2006), con las distinciones de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras en 1979, oficial de la misma orden en 1989 y comandante en el año 2000, Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 1993 y Premio Nacional de Artes Plásticas, otorgado por la Generalitat de Cataluña en 2000, comenzó su carrera artística en Barcelona, en la Escola Massana, pero desarrolló su obra de madurez en París, ciudad a la que llegó en 1949, y donde residió el resto de su vida”.

La presidenta agradeció de “manera muy especial la colaboración a Luisa Valls, viuda del artista, por la excepcional acogida de este proyecto y sus continuas aportaciones, a sus hijos Giovanna y Manuel Valls, a Juan Manuel Bonet, comisario de la exposición, y a Monika Bonet. Igualmente, expresó su gratitud a la Galería de Arte Fernández-Braso, a Miguel Fernández-Braso y a sus hijos David, Manuel y Miguel, a la Galería A34 y a la Fundación “La Mirada Ingenua”, así como a los coleccionistas Albert y Rafael Durall y a Julián Castilla que han permitido con su generosidad que la “luz” de Xavier Valls ilumine el invierno lagunero”.

El comisario de la exposición, Juan Manuel Bonet, inició su intervención pronunciando unas palabras de Xavier Valls tras un encuentro con Cristino de Vera en Madrid, “vamos en el mismo río”, dijo el pintor catalán aludiendo a las similitudes estéticas y espirituales entre los dos artistas. De este modo, señaló que “en la casa de Cristino de Vera hoy se encuentran las miradas de dos pintores muy cercanos que vivieron, uno en Barcelona y luego en París, y el otro en Tenerife y luego en Madrid”.

Bonet manifestó que “el trabajo de Xavier Valls hunde sus raíces en Barcelona. En su ciudad natal, durante la Guerra Civil, Valls pasa de los juegos infantiles a la Escola Massana donde inicia su formación. Trató entonces a pintores como Sunyer o Miquel Villà, escultores como Josep Granyer o Manolo, el ceramista Llorens Artigas, compositores como Frederic Mompou o Ricardo Viñes, o poetas como Marià Manent o Carles Riba. Entre sus compañeros de generación, fue afín a Maria Girona, Luis Marsans, Ràfols Casamada, Ramón Rogent, o Francesc Todó. Gracias a una beca del Instituto Francés, en 1949 Valls llegó a París. Tras un tiempo en el Colegio de España, trasladó su residencia a Écouen, en la banlieue, y luego al barrio de Montparnasse, para finalmente encontrar un apartamento en el Quai de l’Hôtel de Ville, frente al Sena, a la isla de Saint-Louis y a Notre-Dame, apartamento donde residiría el resto de su vida, y desde cuyas ventanas pintó tres de los cuadros aquí presentes, Muelles de París y Barcazas en invierno, ambos de 1958, o Ventana de invierno sobre el Sena, de 2006”.

El comisarió añadió que “Valls frecuentó a la mayoría de los miembros de la escuela española de París, de Bores a Óscar Domínguez, pasando por Clavé o Grau Sala. Durante un tiempo trabajó como asistente de Luis Fernández, de cuya pintura esencial aprendió mucho. Su agenda incluyó además a grandes figuras como Balthus, Cioran, Giacometti, Vladimir Jankélévitch, Fernand Léger o Reverdy, así como a latinoamericanos como Alejo Carpentier o Julio Cortázar, o a poetas españoles como José Bergamín o Rafael Lasso de la Vega”.

Asimismo, Bonet subrayó que dentro de la obra de madurez del artista “hay que destacar sus luminosos interiores, y sus esenciales bodegones, en los que expresa la música callada de las cosas. Sus faros al respecto fueron Zurbarán, Sánchez Cotán, Chardin, Luis Fernández, o Morandi. De los aquí presentes, nos impresiona especialmente Vanidad, de 1996, con su espejo, su cráneo, y su rosa… Cultivó además el paisaje, tanto el de su Cataluña natal o el de Francia, como el de Suiza (país natal de Luisa Galfetti, su mujer, protagonista, en 1973, de Luisa y la carta, que tiene algo de homenaje a Vermeer), Mallorca (aquí, un cementerio, hermano de los que pinta Cristino de Vera), o Italia, donde tuvo especial predilección por Venecia, como puede comprobarse ante los dos cuadros de soportales aquí presentes”.

Por último, expresó que Valls se mantuvo siempre “fiel a Barcelona, y dentro de ella a Horta”. Por ello, “encontramos en esta exposición vistas de la propia casa, de su puerta acristalada, y de su jardín, espacio recoleto en el que pasaba la mayor parte de los veranos”. Lo dijo muy bien Lluís Permanyer: “Este jardín sentimental es también una obra de Xavier Valls”.

Durante su intervención, Luisa Valls, viuda del artista, señaló la importancia de esta exposición, ya que es la primera vez que la obra de su esposo se muestra de manera individual en Canarias, además apuntó que con ella se cierra un año de actividades conmemorativas por el centenario del nacimiento del artista. Por otra parte, su hija, Giovanna Valls recordó sus vivencias durante su infancia y juventud en la casa parisina rodeada de la pintura de su padre, mostró su agradecimiento a su madre por custodiar el legado y mantener las relaciones de amistad de su padre, y subrayó que hoy en día custodia con cariño el “jardín aislado en el tiempo” de la casa de Horta del que tanto hablaba Xavier Valls en sus escritos y en su obra.

El acto se cerró con la intervención de Miguel Fernández-Braso recordando el comienzo de su relación de amistad con Xavier Valls, iniciada en 1981. A partir de entonces, Fernández-Braso acompañó al pintor como escritor y galerista, preocupándose de darle su lugar en el panorama artístico español. En este sentido, publicó el libro “Escuchando a Xavier Valls” donde recoge las conversaciones mantenidas con el artista, plagadas de referencias literarias, artísticas y vivencias compartidas.

Información disponible en www.fundacioncristinodevera.com

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