TF_Noir_Carlos_Bassas_copia«Cuando un crimen sacude una ciudad pequeña, el seísmo afecta a todos sus habitantes». La sentencia es del escritor Carlos Bassas, que precisamente por ese motivo ha creado una pequeña ciudad imaginaria, capital de provincias, Ofidia, como lugar para desarrollar las tramas de sus novelas de género negro. Inspirada en Pamplona, donde reside y es profesor, Bassas señala que «quería distinguirme un poquito más allá en el uso de la ciudad como base para el género negro».

La ventaja literaria de la ciudad pequeña es la falta de intimidad. En las grandes ciudades «la gente muere de un modo más anónimo», en cambio, en Ofidia, la sociedad, y el trabajo policial, tienen sus características propias. Los habitantes «sienten temblar la tierra bajos sus pies» cuando se produce un crimen y esa dimensión permite hacer un retrato social diferente, siempre en la tradición del género. «Esas ciudades acaban siendo mucho más oscuras, porque hay muchos más secretos. Allí la superficie parece siempre tan amable y el estilo de vida parece tan maravilloso, pero llevan por las cloacas una gran cantidad de mierda que cuando estalla y sale disparada cloaca arriba, salpica a todo el mundo». Por eso Ofidia se llama así, porque «remite a algo que yo quería contar: es un nido de víboras».

Bassas pasó por la segunda Semana Negra de Tenerife Noir, su «semana grande», como dicen los organizadores del Festival Atlántico del género negro, para presentar su última novela negra, Siempre pagan los mismos (Al revés, 2015), protagonizada por el inspector de homicidios Herodoto Corominas, un personaje que, según su autor es «un tanto peculiar en cuanto procede de clase alta, se ha criado en un ambiente intelectual y suele utilizar muchas frases y referencias de grandes autores para ofrecer su visión de la sociedad».

Corominas va acompañado gente de la calle, un antiguo subinspector de «la vieja escuela de la policía, mucho más dura, más violenta, mucho más desapasionada con el género humano» y un subinspector mucho más joven que «ve la vida todavía con más con luces que sombras». Finalmente, un periodista retirado, «un hombre de muy izquierdas militante con un desencanto hacia el género humano que solo ve lo peor de la gente y suele acertar».

Bassas dedica entre un año y un año y medio en completar una novela y la mayor parte del tiempo lo emplea en corregir lo que escribió. «La clave de cualquier escritor, es corregir», explica. Se confiesa «escritor de mapas» antes que «de brújula», es decir, necesita tener «cartografiada» la historia antes de lanzarse a escribirla. «Soy muy metódico, quizá por mi formación como guionista trabajo muchísimo la novela. Antes de empezar a escribir una sola línea planifico mucho la trama, la subtrama, las relaciones que va a haber entre los personajes… necesito tenerlo todo muy claro antes de sentarme a escribir, saber a dónde voy».

El atractivo de los samuráis
Quizás sea ese carácter organizado que revela el método de escritura de Carlos Bassas lo que explique que, además de su condición de profesor universitario y guionista y escritor de novela negra, el autor de sea capaz de desarrollar en paralelo una serie de novelas de aventuras ambientadas en el Japón del siglo XVII, el Japón de los samuráis.

«Me ayuda a limpiar mi mente, sobre todo, pasar del universo negro a algo radicalmente distinto, que no tiene nada que ver, porque tengo que cambiar el estilo, claro, porque además va dirigido a otro tipo de lector me ayuda a salvarme la cabeza de tanta negritud»; así es como explica Bassas esa capacidad para sobrevivir con cordura a la condición de autor de obras que pueden adscribirse a géneros tan dispares.

Dedicarse a estas novelas de samuráis «es lo que me mantiene cuerdo. Tocar temas más oscuros en el género negro, te hace tener un estado de ánimo determinado. Tengo la suerte de que eso lo dejo, doy un salto y entro en el Japón de los samuráis». Para preparar una novela de este tipo, Bassas dedica mucho esfuerzo a la documentación, por la necesidad de tener rigor histórico. «Pero es un género muy agradecido. No te hace sufrir como cuando buceas en el alma humana y encuentras la cantidad de mierda que todos atesoramos dentro», dice en referencia al género negro.

Carlos Bassas del Rey (Barcelona, 1974), es doctor en Ciencias de la Información por la Universidad de Navarra. Completó su formación como guionista con seminarios internacionales impartidos por maestros como Richard Walter o Linda Seger y es escritor audiovisual de diversas productoras, labor que compagina con la docencia en la Universidad Pública de Navarra y en la Escuela de Imagen y Sonido de Pamplona. Ganador del VII Premio Internacional de Novela Negra Ciudad de Carmona con su obra El honor es una mortaja. Siempre pagan los mismos es la segunda novela del inspector Herodoto Corominas. Es el promotor y comisario de las Jornadas Pamplona Negra.