Rafael_AmorCombativo, Rafael Amor (Buenos Aires, 1948) se ha configurado siempre como un cantor de fuerte voz y duras ideas. Pudo haberse adocenado a la fama de su padre, Francisco Amor, pero sin embargo fue por el lado más duro, por el camino más largo y farragoso. Más de 25 discos y 55 años de trabajo le contemplan. Nadie consigue ponerle una rienda a este caballo desbocado que es claro y nítido. Amor es sincero y directo, como sus canciones. Es un buen ejemplo de lo dicho este último ejemplar, ‘El Cantavidas’ (2014, Fundación Autor), de la colección ‘El canto emigrado de América Latina’, en la que también se incluyen otros autores como Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui o Alfredo Zitarrosa. Todos éstos son nombres imprescindibles en la realidad americana. Gente que como Rafael han subido al Olimpo de los cantores de esas latitudes. Rafael estará cantando con otros artistas canarios como Candelaria González, Juan Manuel Padrón, Atlantes o Manolo Vieira, en el Teatro Leal de La Laguna, este 1 de noviembre, a las 20.30 horas. Nuestra charla al respecto y sobre la actualidad de la música no tiene desperdicio.

– Bienvenido a Tenerife, lleva usted ya unos días por Canarias…

– Rafael Amor: Bien hallado, sí, efectivamente vengo desde Las Palmas de Gran Canaria. A Tenerife hacía mucho tiempo que no venía, todavía existía el Mercado de La Laguna, detrás de la Plaza del Adelantado. Solíamos venir a comer de noche ahí. La noto muy cambiada. Espero que el sábado nos vaya bien.

– ¿Cómo empieza Rafael Amor en la música? ¿Cómo recuerda sus inicios?

– R.A.: En mi casa, mi padre era cantor y muy famoso en Argentina. Se llamaba Francisco Amor y cantaba en la orquesta de Francisco Canaro. Hizo muchas películas y aparte era un muy buen poeta. La guitarra paterna estaba siempre ahí, a la alcance de la mano. Sentía una atracción tremenda por ella. Empecé a tocar la guitarra con sus primeras notas, siempre influido por mi padre que era el referente más directo al respecto. Después empecé a cantar en festivales del colegio y prácticamente ya tenía 10 ó 11 años cuando me subía al escenario por primera vez. Llevo bastantes, tengo 66 años ahora (risas). Intervine en un conjunto folclórico que se llamaban Los Norteños. Cuando nos separamos, empecé a cantar como solista. A propósito, comencé en un centro canario que hay en Buenos Aires que se llama ‘Siete Islas’. Grabé mi primer LP, con la Odeón en el año 72. De ahí, en el 73 vine para España, en total tengo como veinticinco discos.

– Vamos a centrarnos en la actualidad, preséntenos este disco publicado en este año ‘El Cantavidas’ ¿Cómo nace este grandes éxitos?

– R.A.: Lo sacó la Fundación Autor con el Ministerio de Cultura, fueron 10 libro-discos con otros autores como Manuel Picón y Olga Manzano, Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa o Alfredo Zitarrosa. El encargado de hacerlo fue el periodista de estos menesteres, Fernando Lucini, en la serie ‘Canto emigrado desde América Latina’. A mí me cupo el honor de estar con este disco recopilatorio de canciones mías con las cuales la gente más me identifica.

«¿Artistas canarios? En ‘Atlantes’ está Héctor González que fue el que hizo los arreglos de la versión de ‘No me llames extranjero’ con Los Sabandeños. Lo vamos a cantar tal y como está en el disco. He colaborado también con muchos amigos como Taburiente, que conocí en Barcelona, en la Gàvia de Vidre. Hace tantos años que yo acababa de llegar a España. Tenemos que citar también a Caco Senante con quien debutamos en las peñas de Madrid. También Manuel Luis Medina ‘El minuto’, nos conocimos en Madrid, también era de cantar en peñas. El mismo Manolo Vieira que era el jefe de sala del JR, cuando yo fui a cantar por ahí. De repente, se sentaba en el escenario y tenía una gracia infinita. Un don de gente espectacular.»

– Observamos canciones que son grandes éxitos como ‘El loco de la vía’, ‘No me llames extranjero’ o ‘Elegía a un tirano’. A usted le conocen mucho por canciones como el ‘extranjero’, ¿Se ve usted excesivamente marcado por una canción muy reconocida como esa?

– R.A.: Los éxitos son porque se han hecho medianamente populares y reconocidas por la gente, solas. O porque algunos compañeros como Alberto Cortez o Facundo Cabral la grabaron. Otros más humildes, que no tienen tanto renombre pero que también la gente los escucha, y que han sido transmisores de mis canciones. La cantora Mercedes Sosa también grabó ‘Corazón Libre’. Lo hice dos veces. Una vez con ella y con Cortez y después con ella y con el Coro Procanto Popular de La Plata y curiosamente la grabó ella sola y fue cuando resultó un éxito. Las canciones viajan solas. No hay ni la parafernalia de la promoción ya que no he sido un tipo excesivamente visitado. Como decía el gran Yupanqui, yo soy como Australia, todos me conocen pero nadie me visita (risas). En ese sentido, sobre mi carrera creo que más que una carrera ha sido una huida de lo convencional, de lo preestablecido. Me he mantenido en cantor, siempre en libertad. En eso puede ser que radique el concepto del éxito. En realidad, como entendemos el ‘éxito’, para nada soy un autor exitoso. No soy un tío que mueva multitudes. Es un trabajo de hormiga, una de esas hormigas grandes y gordas (risas).

– De hormiga atómica (más risas) ¿El bussines para hacerse rico y de discográfica multinacional está contrapuesto, en la música, a decir lo que uno necesita y cuándo lo necesita? ¿A ser claro?

– R.A.: Supongo que primero habría que especificar y preguntarnos qué es cultura. La cultura es hoy en día la especulación, mentir, glamour. Esa es la cultura en el sistema que vivimos. Cuando uno encarna otro tipo de cosas y lo demuestra con su actitud y piensa que hay otra forma y que ejerce en ella, una forma de relacionarse con la canción y con el arte entonces es contracultural. Yo no nací así, contracultural. Ni soy un antisistema por nacimiento. Ellos te etiquetan así. A medida de que uno va viviendo y va viendo lo que le rodea, uno ve que es el sistema el que es antihumano. Es el sistema quien te pone en la vereda de en frente porque uno no transa con algunas cosas. Es muy difícil. Hoy la cultura oficial es lo que venden en los púlpitos que tiene el sistema, los medios, los periódicos. Los porteños decimos ‘calavera no chilla’, o sea el que se acuesta tarde no se queja. Yo elegí este camino.

– ¿Se arrepintió de ese camino?

– R.A.: ¡No para nada! Por eso digo, ‘calavera no chilla’.

– La valentía de la que habla y sobre todo, la que ha plasmado en sus canciones ¿La echa de menos en las nuevas generaciones de cantautores?

– R.A.: Es que vivimos otro tipo de tiranía. Ya no es la tiranía coercitiva, ya no son los grises pegándote palos o la gendarmería en Argentina, hoy la dictadura es económica. Si los compañeros quieren sobrevivir tienen que callar. Si no callan no hay trabajo. Este es el problema que hay. A los jóvenes los hacen callar, a otros les dan premios que son las balas dulces del sistema. Te dan un premio o un reconocimiento y te callas. En esto, es más importante no lo que uno hace sino lo que deja de hacer; lo que no hace. Cuando te ofrecen cosas y uno dice que no.

– Pongamos por un momento que un reconocimiento como ese que cita viene desde el corazón de compañeros de profesión ¿Lo rechazaría?

– R.A.: ¿Desde los compañeros? Lo aceptaría, lógico. Siempre he tratado ser un buen compañero. Es una cuestión incluso un poco egoísta, mi padre me dijo siempre: «uno tiene que tratar bien a la gente en el viaje de ida porque en el viaje de vuelta eso se cuenta». A parte del chiste, siempre he sido muy sincero y sencillo con los compañeros. He recibido mucho cariño. Si me hacen un homenaje o me invitan a su casa a beber mate, estaría complacido. Cuando te vienen los «tipos» que manejan el cotarro y te dicen «ahora va a ser usted figura de la ciudad de Buenos Aires y de Madrid», ahí hay que huir.

He vivido algunas situaciones como esas. Hay un programa, con una señora, que lleva años –como 50 en la televisión- riéndose del Pueblo argentino. Ahí han caído todos. De todos los ideologías. El objetivo de ella es duplicar la cantidad de público que la ve. Nada más. Me llamaron desde la compañía grabadora: «Ya está arreglado lo de Mirta Legrand». Dije «yo ahí no voy». Ante la incredulidad de todos. La razón es que esta señora lleva riéndose de los argentinos toda su vida. Aún se pierda de vender ejemplares de discos. Por eso digo, es más importante lo que uno no hace que lo que hace.

– Seguro que en España también se dan esos ejemplos…

– R.A.: También tengo en España algunas cosas. Una vez había un programa que se llamaba ‘300 millones’, lo dirigía una persona argentina llamada Darío Castel. Cuando fui me dijo con toda la sonrisa en la boca «acá, en este programa, no cantan comunistas’. Si usted quiere que yo le diga que no soy comunista para cantar en este programa, está equivocado, buenos días. Añadí, usted quizás en poco no estará aquí pero yo actuaré en este programa. Así fue. No me falló nada pues lo echaron y yo canté en ‘300 millones’. En todos lados cuecen habas.

– Se implica usted mucho políticamente…

– R.A.: Cuando uno nace es violeta. Pero rápidamente le dan una «hostia» para que te desahogues. Después se pone uno colorado. Y después para que no vuelvas a hablar, otra vez. Cuando te ven muy rojo, «hostia» al canto para que te calles.

– Vamos a centrarnos en el concierto que tiene hoy, 1 de noviembre, en el Teatro Leal de La Laguna, a partir de las 20.30 horas ¿Qué supone centrarse en el público canario aun sabiendo que viene de actuar en «Chistera», en Las Palmas de Gran Canaria?

– R.A.: Me fue bastante bien. Con el amigo Manolo Vieira que es de muchos años. En Tenerife va a ser un placer inmenso volver al Teatro Leal donde alguna vez canté. Fue la iniciativa de Luis ‘Lucho’ Medina, conocí a su padre. Era una figura consular en Canarias. Me han puesto unos compañeros que no sé yo como voy a cantar con ellos (risas) ya que lo hacen mejor que yo. Me van a acompañar Juan Manuel Padrón, Candelaria González y Atlantes. Y además ¡Es que viene Manolo Vieira a cantar conmigo! (más risas). Va a ser una linda velada, estoy muy agradecido. Hacía mucho tiempo que no venía por Canarias y supone recuperar a un público que parecía casi perdido durante 10 ó 12 años que no había venido. Trataremos de no defraudar. Yo cuando venía tenía el pelo y la barba negra, que quede claro. Parezco un gato que he bebido leche (todavía más risas).

– ¿Qué colaboraciones ha tenido con músicos canarios? Recuerda su labor junto a Los Sabandeños…

– R.A.: En ‘Atlantes’ está Héctor González que fue el que hizo los arreglos. Lo vamos a cantar tal y como está en el disco. He colaborado también con muchos amigos como Taburiente, que conocí en Barcelona, en la Gàvia de Vidre. Hace tantos años que yo acababa de llegar a España. Tenemos que citar también a Caco Senante con quien debutamos en las peñas de Madrid. También Manuel Luis Medina ‘El minuto’, nos conocimos en Madrid, también era de cantar en peñas. El mismo Manolo Vieira que era el jefe de sala del JR, cuando yo fui a cantar por ahí. De repente, se sentaba en el escenario y tenía una gracia infinita. Un don de gente espectacular. La gente lo quiere ¡No se puede andar con él ya que lo abordan! Tengo una relación afectuosa con Canarias y con los canarios. No voy a caer en el tópico de decir como aquél, (cambia de voz) ‘hace 30 segundos que estoy aquí y ya me siento canario’ (risas). Pero tengo mucho afecto, sí.

– Hemos leído un proyecto denominado ‘La cantata del loco de la vía’ ¿De qué trata?

– R.A.: Mi cuarto hijo, el más chico, Salvador Amor tiene un dúo con un actor muy bueno llamado Gabriel Ortega. Su padre andaba conmigo en las trincheras de la época de la Transición española, gran poeta andaluz. Ellos dos, tienen este espectáculo llamado ‘Rojo cancionero’. Surgió esa idea. Yo trato hacer lo menos posible y ellos que se luzcan. Son jóvenes. Yo lo escribí y lo publiqué en el 79, es la historia de la lucha individual de un ser humano cansado de todo lo estresante o alienante, todo el crimen, toda la corrupción. Éste está en vías de la lucha colectiva. Es su interior, su entorno y en vías en la lucha colectiva. Este personaje existía de verdad. Yo era pequeño y lo observaba en las vías del ferrocarril. Sobre él, se tejía miles de hipótesis. Algunos decían que era un médico loco, otros que había perdido la cabeza a pesar de que hablaba ocho idiomas, otros que era un científico que había inventado miles de vacunas y se lo habían robado. Era un barrio pijo y gente de mucha ‘guita’. No querían un pobre ‘no más’, sino un pobre con pedigrí. Le inventaron todas esas historias. Un día se lo llevaron, a mí me quedó. Con el tiempo, lo vi claro. Hay cosas que las miras hoy pero las ves con el tiempo. Es un poco un anarco-burgués pero ahí empieza la historia. Un sujeto amasado en el sistema, con todas las manías del sistema, y los ‘tics’, va saliéndose gracias a la lucha individual que se suma a la lucha colectiva.

– Le vamos a pedir dos favores para acabar la entrevista, el primero que nos diga una canción que va a sonar seguro este sábado 1 de noviembre, a las 20.30 horas en el Teatro Leal y que le mande un saludo a los lectores de Canción a quemarropa a través de Creativacanaria.com

– R.A.: Sonará seguro ‘No me llames extranjero’. Cuando a uno le identifican con un tema o un poema no puede defraudar. También, ‘Corazón libre’. Vamos a tocar canciones nuevas y a las viejas hay que tocarlas también, de vez en cuando. Le mando un saludo muy cordial a los lectores y oyentes de Canción a quemarropa, gracias por esta oportunidad de comunicarme con ellos. Por su puesto a ti también, Héctor.