Una perspectiva de la exposición instalada en la sala Fortunata y Jacinta de la Casa-Museo Pérez Galdós

La vinculación especial y personal del comisario de la muestra, Daniel Montesdeoca, con la gran mayoría de las piezas que protagonizan la exposición ‘Mujeres de aquella época: el retrato femenino en colecciones privadas’ (1888-1932) ha generado una nueva propuesta. Para poder realizar una inmersión en la intrahistoria de estas particulares piezas artísticas, en su mayoría desconocidas o no expuestas hasta la fecha, el también director del Museo Néstor propone un recorrido guiado donde explicará la génesis de esta muestra en el marco de las colecciones privadas y la relevancia de estos retratos en el contexto de la época y de las mujeres retratadas como protagonistas, entre otros aspectos. La visita se llevará a cabo el día 28 de marzo, en dos sesiones, a las 18:00 y a las 19:00 horas.

Las plazas son limitadas, por lo que las personas interesadas en participar en este recorrido interactivo deben solicitar inscripción previa, a través del correo electrónico de la Casa-Museo Pérez Galdós perezgaldos@grancanaria.com.

En España, desde el último cuarto del siglo XIX, las mujeres que representaban distintos segmentos y roles, ya fueran el de madre, hija, bailarina o distinguida dama, intentaron posicionarse en una sociedad que siempre las relegaba a un segundo plano, para dar testimonio con su ejemplo de los nuevos retos que suponía la entrada al siglo XX. Sus posados en el retrato femenino de la época también empiezan a revelar este cambio trascendental. La exposición ‘Mujeres de aquella época: el retrato femenino en colecciones privadas (1888-1932)’, que acoge la Casa-Museo Pérez Galdós, pretende reflejar la revolución que barruntaba el cambio de siglo. Comisariada por Daniel Montesdeoca García, historiador y director del Museo Néstor de la capital grancanaria, centro colaborador en la iniciativa, la muestra, que estará abierta al público hasta el próximo 31 de mayo, recoge una buena parte de los estilos que se atienen al arco cronológico correspondiente al último cuarto del siglo XIX y a los tres primeros decenios del XX, con especial hincapié en los movimientos modernistas, la belle époque y el art déco.

La exposición está compuesta por 17 obras pictóricas y un busto. El 75% de las piezas han permanecido inéditas hasta la fecha al pertenecer a colecciones privadas. Esta iniciativa tiene el interés de dar a conocer cómo se estructuró el retrato femenino desde los últimos años del siglo XIX hasta más allá del primer cuarto del siglo XX. Como explica el propio comisario de la iniciativa, Daniel Montesdeoca, “en gran medida, las piezas se encuentran sujetas a un espacio cronológico que coincide con el de don Benito Pérez Galdós (fallecido en 1920), gran conocedor del arte de su época, además de contar con importantes amigos pintores y escultores, como Aureliano de Beruete o Arturo Mélida, con el que departía sobre el futuro de la plástica española y el de sus jóvenes representantes”.

Joyas ocultas en colecciones privadas

En total, la exposición está compuesta por 17 óleos y gouaches y un busto de escayola, correspondientes a firmas muy conocidas, como la de Néstor Martín Fernández de la Torre, del que se muestra el retrato de su madre, pintado cuando el artista contaba 16 años, y el de una pariente, Nieves Sagrera i Amat. Se incluye en la selección un Julio Romero de Torres y otra obra de su hermano Enrique, piezas que han permanecido inéditas hasta el momento. También se exponen otras obras de Beltrán Masses, Julio Moisés, Ismael Smith, Nin i Tudó, Moya Calvo, Brull i Vinyoles, Anselmo Miguel Nieto, Ángel de la Fuente, Eduard Jener, Eduardo Soria, Julio Borrell Pla, Carlos Vázquez Úbeda o Ismael Blat.

“Algunas de estas piezas cuentan una historia que se vincula con personajes canarios de un modo u otro”, aclara Montesdeoca. En su totalidad se encontraban adscritas a importantes colecciones españolas o hispanoamericanas, pero ahora conforman el acervo patrimonial de Canarias, al ser parte de las colecciones de don José Antonio Casimiro y la familia Montesdeoca García-Sáenz. “La sorpresa radica en que el 90% de ellas nunca se han expuesto al público”, añade el comisario.

“El propio Benito Pérez Galdós pudo admirar algunas de estas obras en las distintas exposiciones nacionales a las que era asiduo visitante, al igual que en los salones de reputadas casas, entre las que destaca la del coleccionista Lázaro Galdiano. A ellas se suman los museos, instituciones, como el Ateneo, o incipientes galerías de arte que poblaban el Madrid de la Regencia de doña María Cristina de Habsburgo y el reinado de su hijo, Alfonso XIII”, contextualiza el director del Museo Néstor.

Revolución en femenino

En un primer momento, la propuesta radicó en mostrar la evolución del retrato femenino dentro del arco existencial del escritor Benito Pérez Galdós, que abarcaría desde su nacimiento, en 1843, a su deceso, en 1920. “Deseaba hacer hincapié en la manera de acercar al visitante la evolución en la moda, el estilo y la percepción de lo femenino desde el romanticismo a la modernidad. Tenemos que tener en cuenta que, para el escritor, la mujer juega un papel importante, no sólo en su obra, sino también en su vida personal”, explica el director del Museo Néstor, artífice de la iniciativa. Pero la realidad se impuso. “La imposibilidad de pedir préstamos a otras instituciones nacionales hizo que me decantara por un discurso sustentado en los nombres representados en colecciones locales”, detalla el comisario de ‘Mujeres de aquella época’.

Del costumbrismo al art déco

Las piezas más antiguas que se exponen son obras de Joan Brull i Vinyoles y José Nin i Tudó. Remiten a los postulados simbolistas y al art nouveau de escuela catalana finisecular. En este listado, tiene especial repercusión la figura de Néstor Martín-Fernández de la Torre, con dos lienzos: el retrato de su madre (1903-1904), y el de doña Nieves Sagrera y Amat (1918), señora de Torrella, familia con la que se encontraba emparentado. En estos cuadros se puede apreciar su proceso de maduración estilística hacia un particular lenguaje expresivo que lo hará distintivo entre sus coetáneos. Cabe resaltar que este último cuadro se encontraba en colección privada madrileña, por lo que nunca se había exhibido al público desde hace, al menos, cien años, y nunca en Canarias.

El listado prosigue con sendos óleos de los hermanos Romero de Torres, Julio y Enrique, de su primera época e inéditos. Estas piezas suponen un hallazgo importante para el catálogo de estos pintores. Sobresale la pincelada de un joven Julio, aún lejos de las gitanas de tronío que tanta fama le reportaron, pero en el que ya se atisba el rasgo melancólico que persiguió a sus mujeres.

Prosigue esta singular galería con autores que, de algún modo, tienen conexión con Néstor o con las retratadas, y aparece el vallisoletano Anselmo Miguel Nieto, para el que posa Anita Delgado, extraordinaria figura de la época que se convirtió más tarde en maharaní de Kapurthala. También se incluyen dos óleos de Julio Moisés Fernández de Villasante. El titulado ‘Eva’ (1914-15) llegó a ser portada de la afamada revista ‘La Esfera’, y el segundo es el aristocrático planteamiento de una dama ataviada según los cánones de la moda parisina de 1918.

En este apartado habrá que incluir el boceto para la casa de perfumes ‘Myrurgia’, en la que la manola representada es la bailarina Tórtola Valencia, íntima amiga de Néstor. Esta composición se debe a Eduard Jener i Casellas, y es próxima a las fechas de 1918-1920. Otro artista referente de este período lo encontraremos en Federico Beltrán Masses, una de las mayores personalidades de la pintura decadentista más internacional y mundana, de cuya paleta saldrá la presente efigie de la esposa del poeta cubano Armand Godoy, caracterizada como una marquesa dieciochesca afrancesada, envuelta por el azul que se llegó a denominar ‘beltrán’, al definir el crepúsculo de una sociedad de entreguerras, a punto de extinguirse.

En suma, ese halo decadente prosigue con la única muestra de escultura, en este caso un sobresaliente busto desnudo, de tres cuartos, ejecutado por el íntimo amigo de Néstor, Ismael Smith i Marí, y fechado antes de su marcha a Estados Unidos en 1918, donde fallece agotado por sus tendencias mentales obsesivas, en el neoyorquino sanatorio Bloomingdale (1972).

El pastel de notable dimensiones, fechado y firmado por un casi desconocido Ángel de la Fuente Sánchez hacia 1919/1925 y en el que dibuja a su esposa tiene especial relevancia, ya que este personaje se encargó de retratar a un buen número de actores y dramaturgos nacionales, entre los que se encontraba el propio Pérez Galdós, con destino al Teatro Español.

Eduardo Soria, Víctor Moya y Calvo, Carlos Vázquez e Ismael Blat Monzó cierran este repertorio de creadores plásticos, cada uno con un estilo personal, pero que se definieron por la calidad del trazo y la expresión. Afines a la edad de plata de la cultura española, tanto por cronología como pensamiento, esperan ser resucitados tras años de olvido.

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