Fotograma de El calvario de Mari

Mari tiene 73 años y a los 34 quedó viuda, con 10 hijos y una pensión de 60.000 pesetas. Su marido era minero en La Camocha, un barrio que se levantó rodeando la mina del carbón en Asturias, donde se fundó Comisiones Obreras durante el franquismo. Pasó hambre para dar de comer a sus hijos y llegó a robar restos de carbón para venderlo clandestinamente y poder así mantenerlos. La mujer, que desde hace 50 años vivía en un piso de 40 metros propiedad de la empresa minera que quebró por unos gestores corruptos que fueron condenados, se enfrentó, tras sufrir dos ictus y enfermarse del riñón, a un desahucio que el fotoperiodista Javier Bauluz (Oviedo, 1960), recoge en su documental ‘El calvario de Mari’, que será exhibido el 12 de noviembre (20:00 horas) en la edición 16º del Festival de Cortometrajes SREC que se celebra en el teatro Víctor Jara de Vecindario.

Se trata del primer cortometraje documental que realiza el asturiano Bauluz, primer fotoperiodista español en recibir un premio Pulitzer en 1995 por su impactante cobertura de la crisis de Ruanda para la agencia norteamericana Associated Press. Actualmente lleva 25 días en el sur de Gran Canaria intentando retratar con su cámara el drama humanitario que están viviendo los migrantes que llegan a las islas por el mar.

‘El calvario de Mari’ recoge lo que acontece en su casa mientras aguarda a que se efectúe la orden de desahucio. “Los desahucios se cuentan generalmente desde fuera, pero en muy pocas ocasiones la situación que se vive dentro de un hogar que está a punto de desintegrarse. Soy un testigo más de lo que ocurre la noche previa a que llegue la policía y la comisión judicial, documentando no solo lo que sucede a Mari, sino al resto de las personas que la acompañan”. Aunque Mari es la protagonista de la historia, Bauluz otorga mucha importancia al papel que tienen en este cortometraje de 15 minutos sus dos vecina y amigas: “Contar la pasión de Mari sin sus vecinas que están al pie del cañón, a su lado apoyándola, no tenía sentido. Una muy tranquila y callada y la otra mucho más combativa. Esas tres mujeres son los pilares de ‘El calvario de Mari’, señala su director.

Largometraje a la vista

Esta primera incursión en el panorama cinematográfico de Javier Bauluz se articula como el primer eslabón de un futuro largometraje en el que quiere recoger todas las historias de esos desahucios. “Mari fue el primer intento de desahucio, pero hay muchas otras mujeres como ella que han pagado durante más de 50 años un alquiler religiosamente en La Camocha y a las que quieren echar de sus casas. Mi idea es seguir haciendo la historia de este grupo de mujeres y contar en un largometraje más extenso este calvario colectivo”.

Tras 30 años ejerciendo el fotoperiodismo enfocado a la precaria situación en el mundo de los derechos humanos, no le fue difícil contar la peripecia de Mari. “Su historia es una más sobre la violencia de los derechos humanos, lo único que difiere es que se proyecta en una pantalla de cine, ante los ojos de miles de espectadores”. Confiesa que cuando rodó en el interior de la vivienda, lo más que tuvo presente fue “lograr ser invisible, que la gente estuviera a lo suyo y no pendiente de mí”, señala, “quería que me miraran como un mueble más para que no estuvieran pendiente de lo que grababa”. Conocido por su cobertura en conflictos en África, Centroamérica y Oriente Medio, Bauluz publico recientemente ‘Primavirus’, un libro de fotografías sobre la belleza en tiempos de pandemia, así como el libro ‘Compromiso’, segunda entrega de la Colección Compromiso de Libros.com, junto a otros tres periodistas especializados en inmigración (uno de ellos el canario Nicolás Castellano).

Mari abre los ojos en su cama y llora, mientras recuerda a su marido minero y a 2 de sus hijos muertos. Hoy vienen a echarla de su casa. Bauluz recoge minuciosamente con su cámara y en blanco y negro los detalles de la vivienda. Las fotografías familiares que cuelgan de las paredes, los muebles, la cocina… mientras resuenan en el exterior las voces inquietas de sus vecinos que tratan de bloquear el desahucio.

A su premio Pulitzer no le otorga mucha importancia: “los premios están bien, pero no he movido nunca un dedo por ganar uno. Se agradecen por la proyección que te dan y más ahora que es mucho más complicado vivir del fotoperiodismo de lo que era antes”, añade.

Javier Bauluz ha cubierto las guerras de Centroamérica de finales de los años ochenta, los últimos años de Pinochet en el poder, la primera Intifada de Palestina, la guerra de Bosnia, la crisis de Ruanda y la migración hacia España y Europa. “Como todo el mundo tiene un móvil en el bolsillo, la gente se cree que es como si tienes un lápiz y puedes escribir como Cervantes. Para hacer una buena imagen que cuente una historia bien contada, que vaya al corazón y sobre todo a la cabeza, no basta con tirar un móvil al aire y que haga una foto. Las fotos no las hacen los aparatos, sino las cabezas y los ojos de los que estamos detrás”.

A los 16 años Javier no quería verse en un futuro con 50 años mirando atrás viendo que había perdido su vida. Con 21 años, al relevar unas fotografías que había tomado en una manifestación en Londres decidió que quería dedicarse a la fotografía y empezó a retratar situaciones sociales con una cámara prestada. Hoy, con 60 años, reconoce que no habría vivido tantas experiencias si se hubiera dedicado a otro oficio. “No cambiaría este trabajo por nada del mundo, pero algún día me tendré que retirar porque no veré ni un carajo”, bromea.

Ninguna fotografía le ha supuesto tanta emoción como la que captó mientras dos niños sirios se deslizan por un tobogán en un parque de Alemania: “tras haber huido de Siria y verles cruzar ocho países en el éxodo de 2015, al hacer esa fotografía piensas, ¡Qué bien, aquí no les van a matar! Me encantaría que no hubiera que realizar este tipo de fotoperiodismo, pero lamentablemente es así. Durante el confinamiento terminé haciendo fotografías de la naturaleza en la montaña de Asturias. Ha sido la primera vez que tengo fotos que se pueden colgar en el salón de casa”, añade Bauluz.

La 16º edición de SREC se desarrolla en la sede del teatro Víctor Jara de Vecindario con la presencia de público hasta el día 13 de noviembre. Las proyecciones son gratuitas, aunque el público debe retirar las invitaciones para cada una de las sesiones previstas en el portal www.entrees.es.

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