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El día 25 de octubre, a las 19:30 horas, se inaugura el CCA Gran Canaria Centro de Cultura Audiovisual, la muestra fotográfica ‘Javier Reyes, la mirada artesana’, una peculiar exposición que ofrece el trabajo realizado por el nonagenario fotógrafo Javier Reyes (Haría, 1926) en la isla de Lanzarote desde mediados del siglo XX.

La exposición que podrá visitarse hasta el día 25 de noviembre, es una delicada y deliciosa mirada a la isla conejera en la que muchos apreciarán también el pálpito de la Canarias humilde y profunda de los años cuarenta y setenta del siglo pasado, con la que Reyes, que cuenta ahora con 96 años, pudo componer un archivo patrimonial de incalculable valor que hoy destaca por la veracidad y humanidad que desprenden sus fotografías registradas en el seno de una sociedad campesina y marinera que, tras siglos de quietud, estaba a punto de desaparecer con la llegada del turismo.

Francisco Bravo de Laguna, director insular de Cultura del Cabildo grancanario, Myriam Barros, consejera de Educación del Cabildo de Lanzarote y Mario Ferrer, comisario de la exposición, serán los encargados de inaugurar la muestra en CCA Gran Canaria.

Producida por la Casa Amarilla del Cabildo de Lanzarote y comisariada por el historiador Mario Ferrer, la citada muestra está haciendo un recorrido por las islas de la Macaronesia que se enmarca dentro del proyecto ‘Identidades atlánticas,’ financiado por la Unión Europea a través del programa Archipel.eu. Este proyecto, promovido por el Cabildo de Gran Canaria a través de la FEDAC, en colaboración con el Cabildo de Lanzarote, persigue poner en valor el patrimonio fotográfico macaronésico a través de muestras originarias. La exposición ya ha podido verse en La Palma, Lanzarote y Azores, para luego viajar a Cabo Verde y Madeira, tras su paso por Gran Canaria.

Lejos de pretensiones artísticas y virtuosismos técnicos, Reyes partió de una comprometida concepción artesanal del oficio y de una innata capacidad visual para componer un archivo que hoy destaca por la veracidad y humanidad que desprenden sus fotografías. En su trabajo radiografió los humildes modos de vida de una sociedad campesina y marinera (habitualmente ignorados por la fotografía oficial y artística de la época), no solo de Lanzarote, sino de la pequeña isla de La Graciosa, convirtiéndose en el primer fotógrafo que empezó a acudir de forma regular al pequeño islote.

Reyes congeló con su cámara retratos, bodas, bautizos y todo tipo de encargos, pero asimismo plasmó arduas tareas domésticas y labores pesqueras, relacionándose en eventos religiosos y festividades, fotografiando los ritos y momentos de ocio de la sociedad que lo rodeaba. Además, Reyes encontró una pequeña fuente de ingresos en los retratos que tomaba de amigos, familias o parejas durante las fiestas populares y bailes. Esta variante de su trabajo muestra un delicado universo de enamorados y parranderos, camareros y músicos, ansiosos pretendientes y madres vigilantes, niños entretenidos y solitarios noctámbulos… Pero, sobre todo, estas fotografías muestran la extraordinaria intuición de Reyes para capturar elocuentes instantes plenos de espontaneidad y naturalidad.

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