Sin título

El 4 de enero de 1920 fallecía en su casa de Hilarión Eslava, en Madrid, Benito Pérez Galdós. Era, ya en vida, uno de los grandes escritores en lengua española. Por eso, más de 30.000 personas acudieron a un multitudinario cortejo fúnebre por las calles de la capital. Fue una marea humana de gabanes y sombreros negros sin precedentes, captada por la incipiente fotografía de la época. No era para menos. Con él se iba uno de los testigos más comprometidos con la historia de España que le tocó vivir.

En 2023, 103 años después de aquel acontecimiento, su legado sigue más vivo que nunca. La ciudad que le vio nacer un 10 de mayo de 1843 ha cambiado radicalmente, pero la casa natal del escritor, en la calle Cano de Las Palmas de Gran Canaria, se consolida como foco cultural para seguir manteniendo viva la llama de su extensa obra para las nuevas generaciones.

Bajo la gestión de la Consejería de Cultura del Cabildo de Gran Canaria, la Casa-Museo Pérez Galdós fue creada por la propia institución insular en 1954. Las obras de adaptación del inmueble se inician en octubre de 1958, siendo inaugurado el 9 de julio de 1960 por María Pérez Galdós Cobián, hija del escritor grancanario. Desde entonces, su función es la conservación, el estudio y la difusión del legado de Benito Pérez Galdós. A tal fin, la Casa-Museo organiza congresos internacionales, innumerables conferencias y exposiciones y ha desarrollado una línea editorial con varias colecciones propias, como ‘Arte, Naturaleza, Verdad’, dirigida por la responsable de la Cátedra Pérez Galdós, Yolanda Arencibia. Esta colección ha publicado toda la narrativa, el teatro y los cuentos en XXIX volúmenes. Desde 2013 dirige la Casa-Museo Victoria Galván González.

Ofrenda floral

Es una tradición que se repite también en el aniversario del nacimiento del autor canario universal. La Asociación Canaria de Amigos de Galdós (ACAG), presidida por la sobrina-nieta del escritor, Elisa Hurtado de Mendoza, en unión a la Cátedra Pérez Galdós, cuya responsable es Yolanda Arencibia, recuerda la efeméride del fallecimiento del insigne autor con una ofrenda floral, a modo de homenaje, a los pies del monumento ubicado frente al teatro que hoy lleva su nombre, una obra del escultor Manuel Bethencourt y réplica del original de Victorio Macho, que se conserva en el interior de la Casa-Museo. El acto, que incluirá una lectura de fragmentos de las obras más destacadas del escritor, se celebrará a las 13:00 horas del mismo miércoles, día 4 de enero.

Impacto en Gran Canaria

Galdós comenzó con problemas de visión antes de los 40 años. En 1911 y 1912 fue operado de cataratas. Al mismo tiempo presentó diversos trastornos neurológicos. Un año después, y a consecuencia muy posiblemente de una sífilis terciaria, perdió la vista, a lo que se añadió arterioesclerosis e hipertensión. Manuel Herrera-Hernández, miembro de la Asociación Internacional de Hispanistas (AIH), escribió un artículo que describe cómo vivió la sociedad grancanaria de la época la desaparición de su escritor más ilustre.

“En Las Palmas se conocía desde hacía tiempo que Don Benito estaba enfermo. La prensa canaria publicaba las noticias sobre su estado de salud. También por sus familiares de Madrid y de Las Palmas se tenían noticias que comentaban con todo detalle en las sociedades culturales y económicas, así como en la tertulia de la botica ‘Las Cadenas’, de la calle Muro. Por esto, en la ciudad natal de Benito Pérez Galdós se pasaba entre alternativas de esperanza y desaliento”, relata el historiador.

Sobre el impacto de la noticia en la sociedad de la época, Manuel Herrera-Hernández escribe lo siguiente: “En la ciudad de Las Palmas, el tiempo y la vida pareció vestirse de tristeza en aquella fecha. El tiempo del nordeste era frío y displicente con lluvias y un fuerte oleaje había inundado la calle de la Marina de Triana”. “Esta era en aquel entonces la panorámica urbana cuando a la redacción del ‘Diario de Las Palmas’ y de ‘La Provincia’ llegó a las cuatro de la mañana del 4 de enero de 1920 una noticia urgente de la Agencia Almodóvar: Falleció Galdós a las tres y media de la madrugada. Tres palabras temblaron en los labios, en estos días de agonía larga y dolorosa, cuando el telégrafo trajo una desconsoladora afirmación: ¡Galdós ha muerto! La noticia se extendió rápidamente por Las Palmas. El golpe emocional producido en la población por la noticia fue doloroso”.

Al domicilio familiar de la calle Cano 33, hoy Casa-Museo, acudieron cientos de personas y los comercios de Triana cerraron durante una hora, en señal de duelo. Los centros oficiales comenzaron a colocar la bandera a media asta y, en muchas calles aparecieron balcones con colgaduras negras en señal de luto.

Los detractores de Don Benito le condenaban, no sólo como anticlerical, sino como ‘despegado’ de su tierra. Pero, años más tarde, en 1930, con motivo de la inauguración del monumento a Pérez Galdós en el muelle de Las Palmas, diría José Betancort que “nosotros queremos y debemos reivindicar, no solo el origen isleño de Galdós, sino también la formación de su espíritu, fundamentalmente isleño, porque es indudable que en el escritor las impresiones y los primeros años de la vida se graban de modo tan hondo en el espíritu que más adelante se proyectan del cerebro a la punta de la pluma”.

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