Cristóbal Guerra, conocido artista visual grancanario, propone con ‘Templo de la Memoria’ una experiencia ‘neuroestética’ a través de la intervención artística de una de las viviendas indígenas recreadas en el yacimiento del Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada de Gáldar. El día 14 de abril, a las 19:30 horas, Guerra compartirá con el público este innovador proyecto sobre nuestra actividad neuronal y la asociación entre los microorganismos y el mundo vegetal. La entrada a esta visita comentada será libre y gratuita, previa inscripción abierta desde el día 10 de abril, de lunes a viernes, de 9:00 a 14:00 horas, en el tlf.: 928 895 489 (ext.3).
‘Memoria de un lugar, memoria del ser y memoria vegetal’ son las tres líneas de trabajo sobre las que el conocido artista visual grancanario Cristóbal Guerra ha sustentado la intervención artística que propone. El proyecto artístico de Guerra, se ha podido llevar a cabo a partir del panelado del interior de una de las construcciones que recrea el yacimiento. El resultado es un mural continuo de 60 metros cuadrados, realizado con pintura acrílica. La intervención permanecerá en el interior de la vivienda indígena y formará parte del recorrido de visita habitual del Museo y Parque Arqueológico hasta el próximo 31 de agosto.
La intervención ‘Templo de la Memoria’ se ha desarrollado en el interior de una de las réplicas de vivienda prehispánica próximas a la Cueva Pintada. “Hemos recubierto todas sus paredes con bastidores y lonas como soporte, intensificando el diseño de la planta cruciforme de las viviendas aborigen”, explica Cristóbal Guerra, impulsor de la iniciativa.
Experiencia inmersiva
“Pretende ser una propuesta inmersiva, donde las redes neuronales y las conexiones entre raíces y microbiología del suelo nos hacen recrear ese mundo invisible a nuestros ojos”, desarrolla el artista. El proyecto está pensado para estimular los sentidos. Además de las formas y colores plasmados, la experiencia cuenta con la ayuda de difusores de aromas y con la importantísima colaboración del sonido a modo de banda sonora, a cargo del compositor Juanda Mendoza, que ha sabido poner sonido a esos sutiles pero constantes procesos vitales. “Una preciosa composición que logra hacernos sentir el flujo de la vida”, añade Guerra.
El objetivo es partir de la costumbre de pintar el interior de muchas de las viviendas prehispánicas existentes en el yacimiento y, por supuesto, la propia Cueva Pintada, para representar artísticamente el universo natural en el que se desarrollaba la vida de las primeras poblaciones de Gáldar.
Así, reúne, en una única superficie, la memoria de las ciudades superpuestas, los paisajes neuronales de su trayectoria vital, y el legado de hongos y bacterias que nos sostienen sobre la tierra, convirtiendo el interior de esta vivienda en una ‘duramadre’ sobre la que Guerra vuelca su reflexión acerca de la pintura.
“Sabemos que la energía que desprende el friso policromado de la cueva se asemeja para muchos de nosotros a un ‘cerebro’ de toba volcánica donde se guarda la memoria colectiva de los habitantes de este antiguo poblado. Hemos querido representar esa magia neuronal y vegetal”, explica el artista y viticultor galdense.
Aniversario con arte
Coincidiendo con el 50 aniversario de la declaración de Cueva Pintada como Bien de Interés Cultural del Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada, la dirección del centro que gestiona la Consejería de Cultura del Cabildo de Gran Canaria propuso a Cristóbal Guerra la elaboración de una propuesta artística que sirviera para conmemorar esta fecha tan importante para la vida cultural de todo el municipio. “Como conocían mis propuestas anteriores, donde he desarrollado la pasión por el cerebro y el mundo natural, este proyecto se transformó en una oportunidad para poder unir en un mismo espacio toda mi trayectoria artística que casi coincide con esos 50 años que se conmemoran”, detalla Guerra, quien describe el espacio arqueológico como “un lugar único venerado por muchos de nosotros como un auténtico templo aborigen, donde se deposita la memoria prehispánica heredada”.
Este proyecto es, por ello, la culminación de tres décadas de trabajo vinculado con su propia memoria sentimental, con la transformación de su ciudad, Gáldar, a la vera de las intervenciones arqueológicas llevadas a cabo desde los años 70. “Las simbologías prehispánicas como las pintaderas, las cerámicas, los nombres, los yacimientos, los restos aborígenes están muy presentes en toda la actividad cultural de nuestro municipio”, recuerda Cristóbal Guerra. “Mis primeros dibujos de esa época se alimentan de todo ello. Era muy común encontrar restos de cerámicas prehispánicas entre los desmontes para solares o fincas agrícolas, lo que despertó en muchos de nosotros esa pasión por conocer y por mostrar nuestro pasado aborigen”.
Cuando se inician las primeras campañas de excavaciones en los alrededores de la Cueva Pintada, pudo visitar y conocer los trabajos de los arqueólogos que día a día sacaban a la luz “toda esta ciudad superpuesta que era la Agáldar que tanto me fascina. Hacer viable lo que estaba oculto a nuestros ojos sigue motivando mi trabajo”, confiesa Guerra.
Trayectoria de Cristóbal Guerra
Cristóbal Guerra (Gáldar, 1960) es licenciado en Bellas Artes, especialidad en Diseño por la Universidad de La Laguna. Ha sido profesor de Educación Plástica y Dibujo técnico en enseñanzas secundarias de Canarias. Ha trabajado en varias galerías nacionales y ha participado en exposiciones individuales y colectivas en los ámbitos nacionales e internacionales, donde ha reflejado su preocupación por la relación del ser humano con el paisaje y el medio natural.
Su actividad artística le ha llevado a investigar sobre sociología espacial y a desarrollar su obra plástica más allá de los soportes bidimensionales de la pintura y a trabajar e intervenir en el espacio. La pasión artesanal por la actividad enológica y el conocimiento del mundo vegetal, la vida en el suelo o la microbiología le llevan a estar en continua búsqueda de información y formación.
Tomando la decisión en 1994 de crear paisajes, formar e intervenir en el paisaje, compra su primera pequeña parcela de plataneras e inicia su actividad agrícola. Comienza inscribiéndose en el CRAE como viticultor ecológico. De manera lógica, la pasión por el conocimiento y la creación le ha llevado a profundizar en los principios de la neuroestética, el cerebro y su organización.
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