Última actuación de Ilegales en Canarias, año 2022. Las Palmas de Gran Canaria» © Tony Gallardo

¿Qué broma es esta? En dos días Jorge Martínez cierra de un portazo a 50 años de provocación macarra e ilegal, y Robe Iniesta pareciera que le dice “so payaso, no me voy a quedar aquí yo sólo con todo esto”.

Este país, en este año 50 de la muerte del dictador, regurgita un eructo amarillento de conservadurismo y casposidad. El espíritu de los ochenta, aquella especie de bostezo liberador, y hasta de abrupta ventosidad, que expulsaba tantos años de censura, de mojigatería, de mansa servidumbre, empieza a difuminarse, y que quieren qué les diga, parece que los que tanta fuerza hicieron (con sus notas, con sus acordes, con sus letras) para conseguir un sitio más libre y más respirable se van, un poco desencantados con lo que hay.

Primera visita a Canarias año 1993 – Pub La Calle ©Juan Salan

Pero no es así, y quizá sea esta una visión demasiado romántica de la despedida. Es el tiempo, nada más, no somos eternos, ni ellos tampoco. Jorge y Robe han abandonado en la misma semana del último mes del 25  el escenario en el irremediable recurso de la vida. Ni más ni menos. A todos nos llegará. Pero no deja de ser sintomático que la muerte de ambos cantantes -músicos, poetas- se produzca en un momento de regresión de las libertades: cuando los fascistas llaman fascistas a los antifascistas, cuando los jóvenes -qué paradoja y qué dolor- dicen sin remilgos y sin sonrojarse que con Franco se vivía mejor. Con Franco. Con Franco el que no permitía sino al Dúo Dinámico o a las folclóricas y no había sitio para el punk, ni para el rock and roll, ni para nada que fuera políticamente incorrecto. Cualquier manifestación genuina de la disconformidad y la rebeldía. Y ahora, los que ya vamos peinando canas, los que fuimos o somos, en la incómoda posición de los inadaptados, “jóvenes, macarras y arrogantes”, sentimos una profunda pérdida cuando de golpe se nos van dos faros del pensamiento revolucionario de la libertad y del arte. Larga vida a Jorge y a Robe.