DLibro atraviesa por el meridiano de su segunda edición y este viernes y sábado vivirá sus dos días grandes con la participación de importantes firmas del sector literario y del mundo editorial, con la intención de mostrar el proceso invisible que sostiene a cada obra publicada y reivindicar el papel de quienes, desde diversas especialidades, dan vida al ecosistema editorial. Este año, la cita adquiere un matiz especial con la participación del novelista mexicano David Toscana, cuya presencia ilumina el eje central del evento: la literatura como aventura intelectual, riesgo y resistencia estética.

Fiel a su lema, El festival del libro y sus cosas, DLibro propone un viaje hacia el interior del libro: desde la escritura y la edición hasta la traducción y la difusión. Lo hace mediante charlas, encuentros, talleres y actividades abiertas a todo tipo de públicos. Entre los nombres más destacados figura el escritor y crítico cultural Jorge Carrión, quien protagonizará una entrevista pública sobre el papel de las librerías contemporáneas. Pero será el sábado 15 de noviembre cuando la conversación literaria alcance uno de sus puntos más altos: el acto “El oficio de escribir”, donde Toscana compartirá escena con Nicolás Melini y Blanca Riestra.

Toscana no rehúye los bordes. Tampoco la incorrección. Su obra —poblada de personajes que viven entre la fe, la ironía y la tragedia— encuentra sus raíces en una concepción de la lectura como desafío: “La lectura tiene que ser una aventura estética de la inteligencia, un ejercicio extremo y arriesgado de imaginación”, afirma. “Me aburren las novelas que apenas corroboran el mundo en que vivimos”. Esa declaración, tan contundente como programática, subraya la razón de ser de su presencia en DLibro: recordar que la literatura no solo entretiene, sino que exige, interroga y sacude.

Aunque nació en Monterrey, Toscana ha vivido en Varsovia, Lisboa y Madrid. La experiencia del desplazamiento, lejos de distanciarlo de México, lo empujó a expandir su territorio narrativo: “Me doy cuenta de que soy habitante del mundo y de la historia, no meramente del presente o de una ciudad o un país”, explica. “Ahora tengo novelas que ocurren en Varsovia, Prusia, Jerusalén… situadas hace ochenta, mil o dos mil años”.

Esa mirada, que trasciende geografías y épocas, es también una invitación para los asistentes al festival: la literatura como viaje sin fronteras, literal y temporal. En un mundo saturado de información y estímulos, Toscana detecta una paradoja: “Buena parte de la literatura que hoy se publica es parte de esa saturación, de entretenimiento vacuo”. Sin embargo, no cree que la resistencia esté en escribir —“a los escritores ya no nos persiguen; al contrario, nos miman y nos premian”— sino en la capacidad crítica del lector. “La resistencia existiría si un grupo numeroso de lectores elige leer gran literatura y no basura”. Una afirmación provocadora que encaja con el espíritu de DLibro, un festival que apuesta por formar lectores atentos, curiosos y exigentes.

Aunque su obra ha sido traducida a varios idiomas —y Santa María del Circo incluso llegó al cine en Brasil— Toscana no se deja deslumbrar: “Quizás no soy tan universal como me gustaría”, dice con ironía. Consciente del azar que guía la circulación literaria, prefiere mantener el foco en lo esencial: escribir con hondura, belleza y riesgo.

Su novela El peso de vivir en la tierra, ganadora de la Bienal Vargas Llosa, supuso una síntesis de muchas de sus obsesiones —la culpa, el destino, la esperanza—, pero para Toscana no es un punto final: “Temas hay muchos, pero hay que dar con el tema en que se pueda explorar mucho más que una historia. Ha de tener significado, belleza, alma, profundidad y, lo más difícil, no repetir lo que ya se hizo”. Palabras que, nuevamente, resuenan con la intención de DLibro: pensar la literatura como un espacio de preguntas, no de respuestas cerradas.

Además de Toscana y Carrión, la programación incluirá a la traductora italiana Marilena de Chiara, quien protagonizará un encuentro sobre la traducción literaria, y múltiples actividades diseñadas para mostrar los oficios que permiten que un libro llegue a las manos del lector.

Gracias al apoyo del Ayuntamiento de Puerto de la Cruz, el Gobierno de Canarias y la Librería Masilva, con la colaboración del Instituto de Estudios Hispánicos y el Colectivo Loba, el festival volverá a situar a la ciudad en el mapa cultural canario.