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La Fundación Cristino de Vera-Espacio Cultural CajaCanarias ha presentado ayer la exposición Eduardo Gregorio. Visibilidad de un escultor invisible, que podrá visitarse la sede la entidad hasta el próximo 4 de febrero. El acto contó con la participación de Lázaro Santana, crítico de arte, Alberto Delgado, presidente de la Fundación CajaCanarias, y Clara Armas, directora de la Fundación Cristino de Vera.

Alberto Delgado destacó que esta muestra se inscribe dentro de una de las líneas de actuación de la Fundación Cristino de Vera-Espacio Cultural CajaCanarias, que es la contribuir al mejor conocimiento de los creadores más significativos del arte insular, destacando el trabajo de Eduardo Gregorio como profesor y director de la Escuela Luján Pérez, donde sentó las bases de un lenguaje de rotunda modernidad, y su posterior trayectoria vital y artística, además señaló el amplio programa de actividades organizado en paralelo a la muestra; visitas y talleres para escolares, visitas comentadas dirigidas a las familias y al público en general.

Lázaro Santana, autor del texto en el catálogo, y uno de los grandes valedores de la obra de Eduardo Gregorio en Canarias, destacó que el escultor vivió y trabajó no sólo en las islas, sino en Barcelona, Tánger y Venezuela, señalando que esto ha dificultado, históricamente, la localización de su obra y, por ello, esta exposición constituye una magnífica oportunidad para descubrir, por primera vez en la isla, la obra de este magnífico y secreto escultor.

Por otro lado, Clara Armas apuntó que esta muestra, que reúne una selección de veinte piezas, algunas de ellas hasta el momento desconocidas, permitirá al visitante adentrarse en la estética y conocer el desarrollo estilístico del artista en la búsqueda de un lenguaje propio en continuo diálogo con los signos de la modernidad; además de agradecer la colaboración al Centro Atlántico de Arte Moderno, Excmo. Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Tenerife Espacio de las Artes, Gobierno de Canarias, Galería Artizar y a diversos coleccionistas particulares

Eduardo Gregorio [Las Palmas de Gran Canaria, 1903-1974]

Escultor y ceramista, Eduardo Gregorio es una de las figuras claves de la modernidad en Canarias en el siglo XX. Comenzó su andadura artística como alumno de la Escuela Luján Pérez el mismo año de su apertura, en 1918, y asumió la dirección del centro tras el fallecimiento, en 1927, de quien había desempeñado esta tarea hasta entonces, Juan Carló.

Durante esta etapa inicial, su producción es escasa. Colabora con Néstor Martín-Fernández de la Torre en la ornamentación en madera del Teatro Pérez Galdós, tras el incendio que parcialmente lo había destruido unos años antes. Realiza la talla en piedra del mausoleo de Fernando León y Castillo en la Catedral de Santa Ana. Participa en la primera exposición colectiva de los alumnos de la Escuela Luján Pérez, junto a Plácido Fleitas, Santiago Santana, Felo Monzón, Jorge Oramas y Juan Ismael, con un conjunto de retratos realizados en yeso y madera, que evidencian un excelente dominio de la técnica y una exacta traslación psicológica de los personajes.

Entre 1945 y 1955 se concentra su gran etapa creadora y una viajera trayectoria vital. En este sentido, en 1947, se traslada durante dos años a Tossa de Mar, Gerona, y entra en contacto con el pintor y crítico de arte Rafael Benet, quien lo introduce en los círculos intelectuales y artísticos de Barcelona y Madrid. Junto a Benet expone, con gran éxito, en la galería Biosca, en Madrid, en 1948.

Tras una breve estancia en Las Palmas de Gran Canaria, regresa definitivamente a Barcelona y se instala en Masnou, en 1949. Al año siguiente, expone en la galería Gaspar un conjunto de ébanos y alabastros. Un corpus iconográfico en el que el tema estrella es la figura femenina desnuda, acompañada, en ocasiones, por un niño. Las tallas en ébano, de líneas sintéticas,  estilizadas y sensuales, evidencian no sólo los paralelismos con el escultor catalano-francés Aristide Maillol sino, además, la asunción de un lenguaje propio y original.

Entre 1950 y 1955, Eduardo Gregorio reside en Tánger y su estatuaria experimentará un giro radical: cruza la frontera hacia la abstracción internacional, manteniendo la sugerencia de la figura humana. Desaparecen los cuerpos desnudos y cubre a sus hombres y mujeres con túnicas ligeras. Los cuerpos extremadamente estilizados con aristas pronunciadas aproximan estas piezas a la pureza de Brancusi y simplicidad de Jean Arp.

En 1955, regresa a Barcelona con ocasión de participar en la III Bienal Hispanoamericana. Allí expone El ángel que anunció la primavera, una obra sin parangón estilístico con ninguna otra del artista, síntesis de su madurez. En ella confluyen diversas etapas de experimentos anteriores donde el oficio desempeña un papel esencial.

Al año siguiente emigra, como tantos otros canarios, a Venezuela. Allí se incorpora inmediatamente a la dinámica artística del momento. Prosigue con su labor pedagógica como profesor de escultura en la Escuela de Bellas Artes Cristóbal Rojas, de Caracas, y en la Escuela de Artes Plásticas Arturo Michelena, de Valencia, además de ejercer como director de la fábrica de Cerámica de Carabobo.

Paralelamente desarrolla una importante producción cerámica, aprendida de su maestro Josep Llorens Artigas durante su etapa catalana. Experimenta nuevas formas y alcanza un gran dominio de la técnica en gres por la que recibe reconocimiento internacional. En 1962 obtiene el Premio de Artes Aplicadas en el XXIII Salón Oficial Anual de Arte Venezolano, la Medalla de Plata, representando a Venezuela, en la Exposición de Cerámica Contemporánea de Praga y la Medalla de Oro en la Exposición Internacional de Cerámica de Buenos Aires.

En Venezuela entra en contacto con grupos de artistas constructivo-cinéticos y su obra experimenta un giro final hacia la construcción geométrica. Iniciaba, así, una etapa que quedó interrumpida porque, aquejado de una dolencia cardiaca, regresa definitivamente a Las Palmas de Gran Canaria, en 1963. En la isla, es nombrado director del centro de Formación de Alfarería y Cerámica creado por la Caja Insular de Ahorros y continúa su trabajo escultórico realizando obras en pequeño formato.

En 1973 participa en la I Exposición Internacional de Escultura en la Calle de Santa Cruz de Tenerife.

La muestra podrá visitarse en la Fundación Cristino de Vera-Espacio Cultural CajaCanarias hasta el 4 de febrero de 2017, en horario habitual: lunes a viernes, mañanas de 11.00 h. a 14.00 h. y tardes de 17.00 h. a 20.00 h. y sábados de 10.00 h. a 14.00 h., domingos y festivos cerrados.

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