Fotografia_de_Ricardo_Bautista_Los_zuecosLa compañía tinerfeña de danza Nómada llevará este fin de semana al Teatro Lagrada de Madrid su espectáculo ‘Los zuecos van hacia sus buenos hábitos’, interpretada por Roberto Torres y dirigida por Daniel Abreu, Premio Nacional de Danza 2014. Será en el marco del Festival de Danza ‘Miradas al cuerpo’, un evento que cumple este año su octava edición y con el que el coliseo madrileño reabre la temporada.

Nómada acude a esta cita, que apuesta por dar visibilidad a las propuestas actuales de danza contemporánea, con el apoyo del programa de movilidad Canarias Crea, que promueve el Gobierno autónomo en colaboración con la Fundación CajaCanarias. El objetivo de este programa es facilitar que los creadores de las islas puedan asistir a los eventos de marcado interés que tienen lugar fuera del Archipiélago tras haber sido seleccionados.

La compañía isleña ofrecerá tres funciones de su espectáculo, con el que ha recorrido diferentes países y comunidades autónomas españolas, desde el próximo viernes día 11 hasta el domingo 13 de septiembre, a las 20.00 horas.

‘Los zuecos van hacia sus buenos hábitos’ es fruto de la estrecha relación artística y profesional desde hace años entre Roberto Torres y Daniel Abreu, con una proximidad física y de ideas en la creación de actividades tanto pedagógicas como de trabajos para la escena. El espectáculo se fundamenta en el trabajo de investigación del movimiento y en el cuerpo como motor de la acción y argumento coreográfico.

Como creador de la pieza, Daniel Abreu despliega un estilo muy personal basado en la imagen y el desarrollo de las mismas como cuadros poéticos ajeno a los argumentos narrativos explícitos, ahondado en la parte más visceral y emocional del hecho fotográfico.

La acción física y su exposición, ayudada de un trabajo particular de dirección, origina una composición en un formato cercano al cine. Este trabajo coreográfico se adentra en el cuerpo y su presencia. Lo que es y lo que él explica. El uso de lo cotidiano puede tener un fin mayor que el del previsible. Coger un objeto y darle vueltas hasta ver en él lo poético de la existencia. El mantener con vida el uso y la costumbre, hecho que no deja de ser mas que un modo de estar.