El Quijote visto por Picasso

La Biblioteca Insular del Cabildo de Gran Canaria volverá a sumarse por sexta ocasión consecutiva el día 23 de abril, con motivo del Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, a la iniciativa de la lectura ininterrumpida de El Quijote, que desde hace 23 años organiza el madrileño Círculo de Bellas Artes.

Si ya de por sí el mencionado evento que pretende recordar la vigencia y la dimensión de esta obra cumbre de la literatura universal escrita por Cervantes hace cuatro siglos se caracteriza por su alta ascendencia virtual, este año lo será aún más debido a las limitaciones y debido a la excepcionalidad de la situación que ha provocado la crisis sanitaria del Covid-19. No habrá por tanto lecturas presenciales desde el salón de actos de la entidad madrileña, y todas las personas que se han alistado a esta peculiar revisión en voz alta de ‘El Quijote’ lo harán de forma telemática por videoconferencia desde sus hogares y centros de trabajo, repartidos por numerosos lugares del mundo.

Se pretende que el acto asimismo constituya un homenaje a todos los colectivos que están en primera línea en la crisis de coronavirus y por ello, entre nuestros lectores, habrá sanitarios, personal de limpieza, mantenimiento, vigilancia, fuerzas de seguridad del estado, etcétera.

El último premio Cervantes, el poeta y arquitecto Joan Margarit, inaugurará esta XXIV edición, a la que se sumará desde Gran Canaria, el presidente del Cabildo, Antonio Morales, la consejera de Cultura, Guacimara Medina, y los escritores Santiago Gil y Pepa Aurora. El acto se retransmitirá a través de la página web del Círculo de Bellas Artes www.circulobellasartes.com El que fuera profesor de La Laguna, miembro de la Real Academia Española y filósofo, Emilio Lledó, será el encargado de clausurar la Lectura.

Conexiones telefónicas y videoconferencias en directo y pregrabadas se llevarán a cabo desde India, México, Brasil, Japón, Filipinas, Chile, Panamá, Rumanía, Honduras, China, Bélgica, República Checa, Francia, Italia, Argentina o Alemania, y numerosos puntos de España. De esta manera, esta lectura vuelve un año más a situarse como uno de los focos internacionales más importantes en torno al Día del Libro.

Lamentablemente este año la Biblioteca Insular no podrá instalar la pantalla que habitualmente ocupa este día su vestíbulo y desde la que se sigue durante el transcurso de dos jornadas la lectura continuada de ‘El Quijote’, cuya traducción alcanza 200 variedades lingüísticas y 150 idiomas a los que se ha traducido (total o parcialmente).

Cuentos por teléfono

Además, la Biblioteca Insular durante la jornada del día 23 de abril, propone a la ciudadanía la iniciativa ‘Llámame y te cuento’. Todas las personas que deseen escuchar un cuento telefónico podrán solicitarlo llamando al número 900 848 898, en horario de 11:00 a 13:00 y de 17:00 a 20:00 horas.

Del caballero andante de Cervantes, de Sancho y de Rocinante, se conocen versiones en Esperanto, braille —17 volúmenes de 31 centímetros de alto y 120 páginas cada uno— y hasta en T9, tal como se llamaba el código de escritura que se usaba en los ya casi extintos SMS de móvil. Versiones, todas, inimaginables cuando en 1612 Thomas Shelton, al traducirlo al inglés, lo llevó por primera vez a una lengua extranjera.

El clásico de Cervantes, autor del que se celebró recientemente el cuarto centenario de su desaparición, es una de las obras cumbre de la literatura universal. Con su modernidad perenne, este texto configura un completo universo de categorías literarias, en el contexto de una España que extendía su autoridad con la cruz y la espada en la parte del Nuevo Mundo que le había otorgado por el Tratado de Tordesilllas. ‘El Quijote’ ilustra en grado superlativo los rasgos fundamentales de la condición humana y la dimensión constitutivamente narrativa de la vida.

¿Pero por qué o para qué escribió Cervantes ‘El Quijote’? El pretexto narrativo —desterrar la lectura de los libros de caballerías— no parece suficiente móvil para obra tan trabajada. Y en efecto: el verdadero interés de Cervantes fue reivindicar la posibilidad de una obra de entretenimiento que al tiempo fuera moralmente sostenible. Los humanistas habían atacado los libros de caballerías por falsos e inmorales, pero el problema era que las otras lecturas “permitidas”, de Cicerón a Apuleyo, no podían competir con ellos por el favor del público. La solución de Cervantes fue crear una obra irreprochable y además amena y divertida.

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