El_historiador_Jose_Maria_Faraldo_Jarillo_copiaEl historiador, escritor y traductor José María Faraldo Jarillo, inaugura el día 11 de abril, a las 19.00 horas, la IX edición del Curso de Historia de las Relaciones Internacionales, que se desarrollará en la Casa Museo León y Castillo de Telde bajo el título ‘Europa Oriental tras el fin de la Guerra Fría’. Faraldo Jarillo, que ha vivido quince años entre Alemania y Polonia, Moscú y Varsovia, en la actualidad es investigador en la Universidad Complutense de Madrid, lo que compagina con su labor como traductor, en especial de las novelas de Andrzej Sapkowski.

Jarillo inaugura el curso con una conferencia titulada ‘La Unión Soviética: de la desintegración a la Rusia actual’. El historiador, que ha impartido clases y conferencias en universidades de Europa y América y se ha especializado en esa extraña parte del continente llamada Europa Oriental, estima que «la percepción de la imposibilidad de gestión conjunta de la economía y del vasto y desigual territorio de la Unión Soviética, constituyó la base para el principio de las reformas gorbachovianas que, empezando por la cúpula, pretendieron cambiar algo para que nada cambiase en realidad».

«Como en la transformación de los años treinta, las bases respondieron de modo distinto al deseado y la ‘ingeniería social’ se reveló impotente para conseguir sus fines. El resultado de la acumulación de vicios, defectos y fuerzas opuestas trajo consigo la destrucción de las características constitutivas del sistema, en especial del modelo ideológico que lo sustentara, del aparato del partido y de la economía estatalizada socialista», señala Jarillo.

El autor, entre otras muchas obras, de ‘La Europa Clandestina’, un libro sobre la resistencia armada contra los nazis y los soviets en la II Guerra Mundial, publicado por Alianza Editorial, es de la opinión de «desechar también el mito de que fue la presión de la Norteamérica de Ronald Reagan la que condujo al fin de la Unión Soviética», ya que en su opinión las causas fueron «la implosión del estado soviético, la incapacidad del sistema para encontrar conexión con un mundo cada vez más globalizado y la decisión personal del liderazgo soviético -encarnado en Gorbachov- de liberalizar un sistema que, probablemente, no admitía liberalización. Aun así y pese a cierto grado de violencia en algunas partes de la Unión (Lituania, Chechenia, Azerbaiyán…), el final de la URSS ‘evitó el Armagedón’, parafraseando a S. Kotkin».

Según señala José María Faraldo, «la desintegración de la URSS llevó al re-surgimiento de Rusia como actor en la política internacional. Tras la debacle y el caos de los años 90, el sistema putinista comenzó con una promesa de reorganización sistémica que se encarnó en una promesa de democratización lejana, una efectiva y real vuelta a la centralización y el autoritarismo y una serie de ventajas sociales financiadas con el dinero del petróleo. El fracaso de la vía de la «democracia vigilada» condujo a Rusia a una vuelta de tuerca al autoritarismo y a una política exterior agresiva e imperial, recibida en el interior como una resurrección de la antigua grandeza soviética. Ello es debido a factores culturales tanto como económicos».